Para ser sincera, no paré de llorar, las lágrimas recorrían de norte a sur mi rostro, sin cesar, una detrás de otra, rápidas, con incesante ganas de llegar las primeras hasta el extremo de mi cara.
Detrás dejaba mi vida, y la verdad, aún no he cesado de hacerme la misma pregunta mientras me despierto bajo un cielo diferente, ¿qué fue de mi vida sin mi?
No hay comentarios:
Publicar un comentario